La paralización de la caza preocupa a los ganaderos y no solo por el lobo, sino por lo que han supuesto estos meses para la proliferación de jabalíes o conejos, que han podido incluso campar a sus anchas por carreteras vacías de vehículos. Los agricultores temen los daños que puedan producir estos animales en sus parcelas, dado que ya antes de que el Gobierno decretarse el estado de alarma ya su abundancia suponía un grave problema para la rentabilidad económica de las explotaciones. El plan elaborado por el Gobierno prevé la vuelta a la caza deportiva en mayo pero todo dependerá de la evolución del COVID-19 en la Comunidad y de las pautas que definitivamente marque el Ministerio de Sanidad en función también de los datos aportados por la Junta de Castilla y León.

En relación al lobo, a finales del pasado año, en concreto en noviembre, la Junta autorizó la caza de dos lobos por los continuos ataques al ganado que desde agosto se producían en la comarca de Vitigudino y que solo en Hinojosa había supuesto la muerte de un centenar de ovejas. En diciembre se abatió uno de esos ejemplares. El control poblacional quedó tocado en enero por una sentencia del Tribunal Superior de Justicia que daba la razón a un grupo conservacionista.